Capítulo 12: “¿Quién te quita lo viajado?

Estamos a la mitad del viaje, y no les voy a mentir: estas vacaciones me están cansando un poquitín. Acampar no es tan fácil como parece, especialmente cuando cambiás de lugar cada una o dos noches. Desarmar, armar, cargar todo, estar pendiente del clima, buscar qué visitar, planificar senderos y cuidarte de algunos animales. Es un trabajo para el que, la verdad, no estaba del todo preparada.

Aun así, tiene su magia. De noche, el cielo parece infinito y las estrellas te abrazan. Despertar con el sonido del mar y ese aroma a libertad, es como levantarte (como decía mi profe de yoga) abriéndote a la vida. Esa conexión con la naturaleza y tantos días lejos de la rutina hacen que tu mente descanse de verdad. 

De todos modos, este era el viaje que soñamos. La experiencia que queríamos vivir. La manera de recorrer este país tan inmenso. Y aunque los números me asusten un poco, siempre pienso: ¿quién te quita lo viajado?

Mapa

Como les contaba, el viaje empezó el 18 de noviembre, saliendo desde Perth, la capital de Australia Occidental, donde vivimos estos últimos meses. El recorrido de ciudades fue así: Busselton, Flinders Bay, Karri Valley, Denmark, Bremer Bay, Esperance y, ya en el outback: Norseman y Eucla. Luego nos apuramos un poco para volver a la civilización y llegamos a Streaky Bay, Port Lincoln, y hoy estamos en Whyalla.

El resto del hospedaje, que ya tenemos todo pagado, sigue así: Port Augusta, Adelaide, Robe, Warrnambool (¡suerte con pronunciar eso!) y, finalmente, llegamos a la famosa Great Ocean Road. Nos quedamos en Lorne y Belmont. Después, conseguimos un departamento por Booking que nos sale más barato que el camping. ¡Casi lloro de emoción! Nos quedamos ahí una semana y luego hacemos unos días de petsitting para Navidad, algo que amamos hacer. Todo esto gracias a la web de Trusted House Sitters, que recomendamos muchísimo. Cuando terminemos, llegaremos a Sídney… de alguna manera, pero todavía no sabemos cómo.


El clima

Realmente, el clima no nos acompañó. Se suponía que estábamos entrando al verano, pero en su lugar parecía que cazábamos tormentas… o ellas a nosotros. Prácticamente no nos metimos al agua; apenas mojé los pies, y un solo día logramos disfrutar de la pileta del camping. Hubo una tormenta de arena muy cerca, y la noche siguiente una tormenta eléctrica que nos dio muchísimo miedo porque no sabíamos qué podría pasar con la carpa. Por si fuera poco, nuestra ropa era de verano (los bolsos de invierno los mandamos a Sídney), así que nos la vimos difícil. Ahora, a mitad de viaje, de vez en cuando sale el sol, pero este lugar es de extremos: cuando el sol aparece, pica de inmediato y en segundos estás a 40 grados a la sombra. Si eso suena como una buena noticia, es porque no saben que el viento sigue cada vez más fuerte.

Lo que nadie te cuenta es que con tanto viento el anafe no prende, las sillas salen volando si no tienen peso, y ni una soga extra con estacas logra mantener quietos la carpa o el auto, aunque estés adentro.


Comodidades

Entre la lluvia y el viento, hubo dos noches en las que decidimos dormir en el auto. Imagínense: no hay espacio, y aunque somos personas pequeñas, no es nada cómodo. Pero levantar la carpa y desarmarla temprano al día siguiente, si está seca y no llovió, puede ser tan agotador que al final lo tomamos como una anécdota del viaje.

Estas experiencias te hacen valorar las cosas básicas de la vida moderna, como tener cubiertos a mano o no tener que ir cargando cosas al baño en plena noche, rogando no olvidarte nada. No me imagino cómo hacen quienes hacen camping “de verdad”, acampando en lugares gratuitos en medio de la nada. Ellos tienen que llevar todo, incluso para ducharse. Estoy segura de que el nivel de agradecimiento que sienten por las comodidades modernas debe ser de otro nivel. Eso sí, yo ya sabía cuáles eran mis límites antes de salir. Prefiero pagar por estos lugares hermosos y no renunciar a ciertas cosas básicas.


Gastos

Como mi condición era quedarnos en campings del bien, nuestro gasto diario mínimo es más alto que el de otros viajeros 'aventureros'. En promedio, una noche de camping para dos nos cuesta unos 50 AUD.

Otros datos interesantes: una semana de alquiler en Australia ronda los 500 AUD. Claro, esto varía según la ciudad, si sos una persona sola o una pareja, y si el lugar incluye baño o estacionamiento.

  • Actividades: Entre tres actividades y el alquiler de monopatines gastamos 200 AUD. Estas son las experiencias que justifican el viaje, así que no hay manera de evitarlas. Si hubiéramos nadado con animales o estado en temporada de ballenas, el gasto habría sido mayor.
  • Transporte: Nos salió 1030 AUD. Esto incluye la revisión del auto antes de salir, una vez que usamos Uber y toda la nafta del viaje. Nota de color: las tarjetas de puntos que llevamos no sirvieron en ninguna estación de servicio. Te miran como si no entendieran de qué hablás. Por suerte, siempre pudimos pagar con tarjeta (excepto para lavar ropa en los campings). Algunas estaciones ni siquiera tenían nafta o agua para limpiar los vidrios, y con tanta tierra ya tuvimos que lavar el auto porque era un desastre.
  • Alojamiento: Gastamos 1550 AUD en alojamiento. Si hubiéramos alquilado un lugar fijo por un mes y medio, habríamos gastado unos 3800 AUD, así que fue CASI un ahorro.
  • Equipamiento de camping: Prepararnos para el camping desde cero nos costó 1335 AUD. Ahorramos comprando cosas usadas (Marketplace, Kmart en la sección de devueltos, y Temu), pero en lo esencial no escatimamos: el condensation mat y la batería los compramos nuevos de la misma marca que la carpa (aunque el servicio de posventa es malísimo).
  • Supermercado: Vamos menos de 800 AUD en comida. No hacemos platos muy elaborados y, aunque a veces compramos comida lista en los supermercados IGA (que son un poco caros), otras encontramos Woolworths, que es más grande, más barato y nos da millas. Tuvimos algunas pérdidas de comida por descongelamiento en la heladerita, pero creo que vamos bastante bien considerando que somos dos.
  • Misceláneos: Entre gustos y extras, gastamos 400 AUD. Esto incluye algún cafecito cuando llueve o no hay dónde ir, entradas a parques nacionales y pequeñas cosas que, aunque no son imprescindibles, hacen la experiencia más llevadera.

Este viaje está siendo inolvidable, pero también cansador. La tranquilidad de estar lejos del ruido y las rutinas alocadas es algo hermoso, pero hoy llegamos a Melbourne y cuesta un poco volver a la “civilización”. A nivel gastos, la mayor inversión fue preparar el viaje (auto, carpa, herramientas, etc.), aunque en líneas generales venimos gastando lo mismo que si estuviéramos en nuestra rutina normal.

Lo más lindo es ver que son los locales los que más hacen estos viajes, como conocer australianos en su hábitat natural. Y aunque esos videos virales de insectos y animales nos tuvieron preocupados, por lo que vivimos y nos cuentan los que llevan más tiempo acá, esas cosas no pasan muy seguido. Casi nadie vio a esos bichos. Ojalá no lo esté “quemando” y no nos toque cruzarnos con alguno. ¡Les cuento cómo sigue el tramo final de Melbourne a Sídney para Año Nuevo en el próximo capítulo!