Mi fondo de Windows
Desde el día que nací, en mi casa hubo una computadora, o en otras palabras, crecí con el famoso paisaje de fondo de Windows. Siempre imaginé estar ahí mientras navegaba por internet, estudiaba o trabajaba; siempre me acompañaba y hacía volar mi cabeza. A los 19 años, habiendo viajado algunas veces en mi vida, decidí salirme de mi zona de confort, abandonar lo que estaba estudiando (derecho), agarrar una mochila y viajar. A veces no es cansancio de la rutina, ni tampoco necesidad de salirse de diferentes realidades. Tan solo tenemos ganas de comernos el mundo. Y eso es lo que me pasó.
Mi primer destino fue Francia, con la Visa Working Holiday (muy fácil de obtener, y aún hoy en día abierta a quien quiera aplicar). Ahí, sin casi conocer a nadie, tan solo un amigo que vivía en el sur (Pau, para ser más exacto), comencé a explorar el mundo. Decidí hacer base en Francia y trabajar allí de forma temporal para poder ahorrar y hacer los viajes que quería. Así viajé por diversos países durante el año: Egipto, Japón, Portugal, España, Alemania, Italia, Inglaterra… (¡y todos los que vinieron después!). Y puedo decir que, al margen de lo maravilloso y mágico que tuvo cada uno de los viajes, aprendí que el sacrificio vale inmensamente la pena:
Mi primer trabajo fue en un campo del sur de Francia, donde ayudaba al mantenimiento de los viñedos. Más exacto: ataba árboles a palos todo el día (aprox. 10 horas por día) para que crecieran rectos y no se cayeran cuando las uvas comenzaran a salir. Dos meses haciendo exactamente lo mismo. Nunca llegué a llorar, pero sufrí muchas veces el trabajo (sobre todo cuando llovía, algo muy común en Francia). Lo padecí muchas veces, extrañé muchas veces más. Estaba solo sin conocer a nadie en un pueblo pequeño, pero con compañeros increíbles que fueron mi apoyo y amistades esos días.
El último día, en la última hora y probablemente en el último minuto de mi trabajo, ya feliz de que esté por acabar todo y de sentirme realizado por haberlo logrado, levanté la cabeza y me di cuenta de que estaba en el fondo de Windows que siempre había soñado.
Si bien mi fondo (real) de Windows no era el original (de Charles O'Rear en el Valle de Napa, en California), mi fondo de Windows representa todos los sentimientos que tuve durante mi vida: cuando estudiaba y veía ese fondo de mi computadora y soñaba con estar ahí, cuando trabajaba en una oficina y lo tenía enfrente mío y solo quería estar de viaje… Mi fondo de Windows, el que me acompañó toda mi vida, son mis ganas de viajar.
Así que, si alguna vez sientes el deseo de explorar, te animo a que lo hagas. Empaca tus sueños en una mochila y sal a descubrir el mundo. La vida es una aventura, y cada día es una oportunidad para escribir tu propia historia!
Saludos,
El Octa